Memorias de una generación rebelde y subversiva, ahora senil y gruñona, en los confines del Páramo leonés...
domingo, 1 de febrero de 2009
Mitología y Leyendas - Volumen 1 - La Residencia
Cuentan los antiguos moradores de las estepas paramesas viejas historias sorprendentes, historias de aparecidos, de cuerpos incorruptos vigilándote en la noche, cuentan que existen por esas viejas tierras leonesas misterios inenarrables que te tendrían, oh amad@ lector/a, meses enteros sin pegar ojo invocando en tu mente fatales recuerdos de historias luctuosas. Cuentan terribles relatos de misterios increíbles, y voy a dedicarles una sección propia en este blorg, para haceros que os caguéis por las patas pabajo.
Y comenzaré esta terrible sección con una historia que no es leyenda, sino verdad verdadera, de las que causan terribles pesadillas en mi ser continuamente. A este relato me ha dado por llamarle: "Pesadilla en la residencia de Villar"
La historia comienza como tantas otras, con unos cuantos jóvenes fojedanos como protagonistas, Ahí estaban Johnnie, Alberza, David el belga, un visitante extranjero llamado Raulín y este humilde servidor de ustedes. Se encontraba esta cuadrilla (si, se que haciendo bien las cuentas salen 5, pero en Fojedo una cuadrilla puede estar formada por una cantidad de integrantes que va desde 2 a 17 personas) en las huertas de detrás de la casa de Alberza, mas concretamente por el camino que se dirige desde el parque hacia la carretera general, pasando al lado de la casa de Silvia y Elena.
Bien, pues allí estaban estos despojos preparando una lumbre a la vera de una improvisada tienda de campaña en la que el visitante forastero se estaba quedando, e iban transcurriendo las horas y aumentando el aburrimiento en esos jovenes e impuberes cuerpos nuestros. Cabe destacar que el año debía ser el 96, aunque en esto es posible que me equivoque, así que espero que el bueno de Alberza sepa corregirme en cualquier fallo que incurra este escritor de alcantarilla.
Tras largas horas achicharrando nuestras retinas con la vista perdida en las chisporroteantes llamas, tuvimos un sincero momento de lucidez en nuestras limitadas quijoteras, y decidimos hacer una inspección de rutina al pueblo contiguo, Villar de Mazarife. Creo recordar que eran cerca de las 3 o 3 y media de la madrugada, cuando, armados con bastones de mando y encapuchados cuales satánicos cofrades del averno, tomamos la carretera general y nos dirigimos sin premura hacia Villar. Recuerdo nuestros comentarios acerca del terror que infudiríamos a cualquier pobre alma que nos pudiera ver a lo lejos, el mero hecho de imaginarme a 5 encapuchados con palos y caminando en paralelo por la carretera entre la negrura paramesa, hace que mi sonrisa se torne siniestra y malévola. Siguieron estos 5 desalmados su camino a la locura durante el trayecto que recorre los dos pueblos y, entraron divertidos en el oscuro y deshabitado pueblo. Tras el primer asalto a una huerta vecina, ahorrándoles el trabajo de tener que desarraigar lechugas, cebollas y toda suerte de vegetales y legumbres a sus propietarios, proseguimos nuestro camino hacia la parte alta del pueblo. Se inspeccionó un tractor, provisto de una luz de emergencia, que desapareció tras la visita, y tras recorrer todo el pueblo entre susurros y risotadas maleficas decidimos regresar a Fojedo, por el camino de la residencia.
Nuestros ingenuos pasos nos fueron acercando a ella mientras observábamos la redonda luna de queso sobre nuestras cabezas. Recuerdo aquella luna especialmente dado su especial carácter lumínico, se veía sorprendentemente bien, y le daba un halo si cabe aún mas misterioso a aquella terrible noche.
Con gran curiosidad, característica especialmente marcada en estos 5 insensatos, vimos con gran sorpresa desde los muros de la residencia, que aunque todas y cada una de las luces del edificio estaban apagadas, se observaba perfectamente el resplandor de luces rojas y de algunos otros colores en las ventanas de la parte baja. Convencidos de que alli se estaba realizando un akelarre demoniaco o una orgía entre miembros de la tercera edad, nos dirigimos sin dilación hacia aquellos ventanales para tener una mejor perspectiva del siniestro.
Hicimos nuestra infiltración estilo commando, agachados y en fila india corriendo hacia la fachada del edificio. Como auténticos profesionales del sabotaje, no hablamos en ningun momento, hasta que, tras observar que aquellas luces provenían de una especie de barra de bar tras las ventanas, relamimos nuestros pensamientos imaginando la cantidad ingente de alcohol que portaba aquel pequeño trocito de cielo. Aun así, contuvimos nuestros esfínteres y decidimos no intentar acceder dentro, y batirnos en retirada ya que el cansancio empezaba a hacer mella en nuestros preciosos cuerpos, No sin antes percatarnos de las sillas plásticas que se acumulaban alrededor nuestro, pidiéndonos a gritos su urgente retirada de aquel inhospito paraje. Asi fue, tras una breve asamblea de majaras, decidimos que las huertas de Fojedo, aunque acogedoras y encantadoras, ganarían en comodidad con unas cuantas sillas de aquellas para poder disfrutar del fuego como auténticos marqueses. Cada uno cogió dos sillas como alma que lleva jesucristor, y en menos de 0,1 milésimas, salimos cuales centelleantes ráfagas corriendo de alli. Atravesamos los muros, salimos al camino y seguimos corriendo, cuando de repente, nuestros miedos cobraron vida. Ya habíamos ganado bastante distancia cuando a lo lejos, y provenientes de aquellos muros de la residencia, escuchamos unos terribles y tétricos gritos. Tras frenarnos en seco y mirar hacia atrás, observamos como un enorme zombie vestido de blanco y como un armario ropero de 4x8 corría cual Carl Lewis hacia nosotros gritándonos improperios y amenazando nuestras vidas. Aquello detonó nuestra adrenalina y sin mediar palabra sprintamos como nunca lo habíamos hecho y en desbandada, cada uno hacia un lado, soltando sillas, y tambien algo de diarrea.
Nos reunimos un buen rato despues en nuestro centro de operaciones, la huerta antes mencionada, incapaces de dilucidar si lo ocurrido habia sido realidad o fruto de nuestra pervertida imaginación ya que aquel monstruo surgido de las profundidades desapareció ante nuestros ojos, así que decidimos acordar que se trataba del primo de Jason Voorhees que con su machete nos había intentado liquidar en los bosques, retomando el espiritu de Viernes 13. Con esta idea feliz en nuestras cabezas nos acostamos a dormir, esperando al dia siguiente con ilusión, para volver a vivir otra inolvidable sesión de aventuras en los confines indómitos de Fojedo del Paramo...
...Continuara...
Pil - 2009
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Hola chicos, como me alegro de volver a leer el Blog, me he divertido mucho leyendo esta historia, no la conocia. Un abrazo muy fuerte para todos. Silvia
ResponderEliminarjoder tio la verdad pil es que tienes memoria de elefante que risas pasamos aquella noche aunque un poco cagados
ResponderEliminarLa cosa es k no tengo tan buena memoria, pero a veces me vienen estos flashes para torturar mi cerebro...y necesito plasmarlos para liberarlo
ResponderEliminarDices tu memoria!!!... y de imaginación que me cuentas...eso es pluma???
ResponderEliminarAnónimo, no llego a comprender el significado de tu mensaje, me lo explique?
ResponderEliminar